Luego de 15 minutos de negociaciones, Hermelinda Hurtado anunció su permanencia en el cargo
Encono en el SITUAM propició que la dirigente presentara su renuncia
Encono en el SITUAM propició que la dirigente presentara su renuncia
■ El “berrinche”, como lo calificaron opositores, surgió cuando la líder fue silenciada al intentar explicar el desplegado publicado el domingo
■ La huelga en la universidad cumple 46 días
Gabriel León Zaragoza
Las protestas y gritos en la asamblea del comité de huelga del SITUAM incendiaron los ánimos y evidenciaron fracturas
Foto: Carlos Ramos Mamahua
Al cumplirse 46 días de huelga, entre gritos y ante la imposibilidad de defender su postura ideológica, la secretaria general del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), Hermelinda Hurtado, puso en la mesa del comité de huelga su renuncia, que fue secundada por tres secretarios más.
Sin embargo, por “cuestión de procedimientos estatutarios” y dada la situación de huelga en la que se encuentran los trabajadores de la casa de estudios, la renuncia no se concretó, “debido a que no era una petición de la asamblea”, rectificó posteriormente la propia dirigente.
En un clima de encono generalizado de los trabajadores por el desplegado que publicó este domingo el comité ejecutivo del SITUAM en La Jornada, en el que sus integrantes consideran que “es el momento de resolver el conflicto de huelga en la UAM” (que ayer superó su récord de paro laboral establecido en 1994, al llegar a 46 días), Hermelinda Hurtado pretendió defender –por más de 20 minutos– sus cinco planteamientos para resolver “el conflicto”.
Sin embargo, trabajadores encabezados por el anterior dirigente sindical, Jorge Ramos, exigían una y otra vez silencio a la líder. La imposibilidad de que la escucharan propició que la dirigente estallara y anunciara ante el pleno que renunciaba, “porque nos están poniendo mordazas”, para luego retirarse del lugar.
En su decisión le acompañaron los secretarios de prensa y propaganda, Tomás Licea Hernández; de organización, Araceli López Cándido, y de previsión social, Socorro Hurtado Guzmán, quienes recriminaron a gritos a los delegados: “¡ya basta, nos vamos! Nos están poniendo mordazas, eso está perfectamente claro.
“No se nos permite hablar como personas ni como sindicalizados o miembros del comité ejecutivo. No estamos en la disposición de aceptar ese tipo de mordazas”, gritaba casi al borde del llanto Hermelinda Hurtado, y sus reclamos fueron secundados por Licea.
La decisión de los dirigentes tomó por sorpresa al comité de huelga, que como medida para resarcir los daños expulsó de la asamblea a los representantes de los medios de comunicación y designaron como “vocero” para hablar ante los reporteros al académico Hugo Aboites, quien en breve conferencia realizada en las afueras del local sindical sostuvo que la renuncia fue “hipotética”, por lo que no tendría lugar “hasta que Hurtado no haga una declaración formal ante los órganos que corresponden”.
Indicó que para concretar la renuncia se deberá seguir “un procedimiento estatutario que está bien definido”, el cual no acató la dirigente y, por tanto, la renuncia no es válida.
El señalamiento fue apoyado por la académica Griselda Cortés, quien pidió a los representantes de los medios que preguntaran a Hermelinda Hurtado si su renuncia era a su “derecho a hablar”.
Luego del “berrinche” de la dirigente –como lo calificaron trabajadores– el comité de huelga se declaró en receso por espacio de 15 minutos, periodo en el que negociaron el regreso a la sesión de la líder, quien tras ratificar ante el pleno su permanencia en la dirigencia salió a ofrecer una conferencia.
En ella dijo que su renuncia había tenido lugar por “el clima intenso en el que estaba viviendo el comité de huelga”, y aceptó que puso en la mesa de discusión su renuncia, la cual no fue aceptada porque el “comité de huelga decidió que en ningún momento estaba en ese entendido, y nuestras instancias máximas y la comisión autónoma de vigilancia respaldó en todo momento al comité ejecutivo”.
Hasta el cierre de la edición continuaba la sesión sindical, que este día –según se anunció– reanudaría sus actividades por la mañana y definirá su llamado a las autoridades universitarias para restablecer la mesa de negociaciones.
Por la mañana, las autoridades de la universidad emitieron un comunicado en el que confiaban en que en la sesión de ayer el comité de huelga aceptara las propuestas laborales presentadas por la dirección de la casa de estudios y decidiera concluir la huelga.
Trabajadores académicos, administrativos e integrantes de la Red de Académicos de la UAM anunciaron la intención de integrar un sindicato para tener en esa casa de estudios un modelo similar al que opera en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con el Sindicato de Trabajadores de la UNAM y la Asociación Autónoma del Personal Académico de la UNAM.
Por la tarde, una docena de académicos sindicalizados del incipiente movimiento se presentaron en el comité de huelga, donde “en medio de un ambiente de tensión” por su presencia, entregaron a Hurtado una carta solicitándole una reunión antes del 26 de este mes. Una comisión de dicha red también entregó una misiva con la misma petición al rector José Lema Labadie.
4 comentarios:
¿De qué manos quieren los dirigentes hiperhuelguistas la medalla de oro por el récord alcanzado? No hay duda: cuando la locura rige los actos humanos, el responsable siempre se siente perseguido y desatendido, y cree que nadie le hace caso. Pero cualquier cosa extraordinaria que suceda es tomada como una muestra de que de su lado están los dioses. Por eso, en esa condición, cualquier daño al adversario es visto como un triunfo. Por si fuera poco, siempre tiene miedo -siente terror- ante la posibilidad de no lograr sus objetivos, porque cree que, entonces,... ¡pasará por un loco!
La locura exige una guirnalda. ¿Qué espera la razón para evitar ser eclipsada? ¿Otro trimestre? ¿Ser cómplice de actos absurdos?
El trimestre está prácticamente perdido y no podrá recuperarse dentro del año 2008, a menos que se sacrifique o se compacte al máximo el periodo vacacional de verano. Creencia en contrario nos hace ser parte de las fantasías.
Lo peor es que un puñado de integrantes de una gran comunidad universitaria marca la pauta. Y ese puñado quiere justificarse con remedos de asambleas de "todos los sindicalizados", en donde, además, no están todos los académicos. Los viejos emperadores hubieran sentido envidia de la prerrogativa que tiene un sindicato: basta que la minoría tenga en sus manos la forma de sacar jugo de un derecho para que la mayoría se sienta sometida a sus locuras.
Ojalá que -en la víspera del viernes santo- ninguna de las partes piense que el otro lo quiere crucificar, porque más bien estará pidiendo hacer el triste papel de Barrabás.
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Ante actitudes dubitativas, acciones veleidosas e intenciones golpistas, arropadas -lamentablemente- en derechos irrenunciables, sólo queda, en efecto, echar mano de un recurso legal, además legitimado por otros derechos que deben ser atendidos inmediatamente.
La determinación firme, debidamente ponderada y basada en una responsabilidad superior, que recién toma la representación de la UAM, es oportuna. Las cartas están echadas. Quienes formamos parte de una Universidad de la que se habla muy bien en el país y en otras partes del mundo, tenemos la oportunidad de escapar a los devaneos y deslices de quienes no sólo creen tener la verdad en sus manos, sino que se consideran iluminatis sindicales. No se desconocen derechos, sino que se valoran las oportunidades de atender unos y otros, no sólo los de tipo laboral. Ningún tipo de derechos puede poner contra la pared a los otros. El maximalismo no conoce de criterios de proporcionalidad y razonabilidad, y en una sociedad plural no tiene cabida.
Bien citaba Marx a Hegel con respecto a este tipo de acontecimientos: la historia se repite, una vez como tragedia y la otra como farsa. La farsa termina con un triste récord. Sin duda, el pasado glorioso ha sido echado al despeñadero. Lo dicho: los viejos asesores sindicales viven del pasado, son incapaces de ver el presente y de levantar el vuelo al futuro. Nietzsche decía acertadamente lo siguiente: los que creían en Dios son unos criminales. Se aferraron al pasado y jamás pudieron construir un futuro. Mataron lo que habían creado y les fue imposible levantar el vuelo.
Hijos de su puta madre reabran la uam, tengo necesidad de estudiar
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