miércoles, 12 de marzo de 2008

Ricardo Pascoe Pierce



El Universal (México) - hace 5 horas



¿Qué izquierda para México?Ricardo Pascoe Pierce12 de marzo de 2008
La presencia de mexicanos en las filas de las FARC ha sorprendido a muchos. Esa sorpresa es producto de su propia ignorancia. La izquierda mexicana es diversa, múltiple en sus orientaciones ideológicas y de larga data. Su diversidad y multiplicidad ideológica es lo que ha hecho difícil categorizar a la izquierda con un simplismo cómodo. Digo lo anterior pues es común pensar que el PRD es la izquierda y que no hay más. Nada más falso.
Lo cierto es que, como la derecha, la izquierda ha sido alimentada con influencias de corrientes políticas diversas que han hecho marca en su pensamiento. Una de esas influencias decisivas ha sido el nacionalismo. La derecha ha sido la promotora principal del nacionalismo en el pensamiento político, pero también le ha sido funcional a la izquierda mexicana. En sus orígenes el antiimperialismo era un reclamo de las burguesías nacionales, buscando independizar sus ganancias de los países centrales. El nacional-socialismo de Hitler era, en su primer momento, nacionalista y antiimperialista. No tenía como preocupación central a los pobres, hasta que se fue transformando en pieza ideológica central del sistema educativo. Una vez logrado ello, fue fácil su transformación en un reclamo de “liberación nacional” donde el Estado nacional adquiría un “pensamiento” propio.
Nacionalismo y antiimperialismo siempre se combinaron en la izquierda. Para unos, los férreamente anticapitalistas, esas consignas sirven para crear conciencia y adelantar la convicción de que el sistema capitalista en conjunto no sirve y debe ser destruido. Para otros, son ejes de la visión de país y de Estado.
Existe en México una izquierda anticapitalista, aunque mermada numérica e ideológicamente. La presencia de cuadros mexicanos en las FARC (hoy una narcoguerrilla) o la huelga del SITUAM serían la vanguardia de ese sentimiento. También son muestra de ello los groupies alrededor del subcomandante Marcos o el EPR y varias otras organizaciones armadas.
Hay otra izquierda, la capitalista, que no pretende romper con la economía de mercado y reivindica el papel del Estado como rector económico para asegurar un reparto más equitativo de la riqueza nacional. Para ello, tiende a exaltar su nacionalismo como recurso para distinguirse, en estos tiempos, del ogro neoliberal. Nada sabe, al parecer, de la cercanía entre su nacionalismo y los reclamos de la burguesía nacional ante los embates del capital foráneo.
El PRD, el PT y Convergencia han creado, electoralmente, un sólido bloque nacionalista que se mueve entre la denuncia y el drama. El próximo fin de semana el PRD elegirá nuevo dirigente nacional, y en ese proceso ha deslindado posturas no sólo contrarias, sino claramente enfrentadas. No es un debate amable de ideas, sino una lucha por definir proyectos encontrados de largo aliento. Así como la elección constitucional de 2006 fue un referéndum sobre López Obrador, la interna en el PRD también lo es: ¿seguirá dirigiendo ese partido para sus propósitos o surgirá un partido político institucionalizado? La pregunta no es insignificante, tampoco la respuesta.
Alternativa Socialdemócrata representa otra ala de la izquierda, que expresa con menos recato o vergüenza sus posturas: habla de aprovechar las ventajas de la globalización, no teme a la economía de mercado y defiende los reclamos “individuales” en la sociedad: derecho al aborto, la diversidad sexual, entre muchos otros. Reivindica la justicia social y la equidad. La socialdemocracia es otra franja de la izquierda mexicana con una representación parlamentaria.
La izquierda en México debe representar las causas que lleven a la gente al centro del espectro político nacional: los extremos conducen al enfrentamiento, político primero y físico después. Tanto la Revolución como la guerra cristera fueron guerras civiles mexicanas del siglo XX. No nos confundamos: somos capaces de eso y más. La pregunta es: ¿queremos eso para México? La izquierda debe alejarse “presto” de las posturas extremas.
El nacionalismo es una de las enfermedades de la izquierda, como su soterrado “anticapitalismo”. Pero nacionalismo acompañado de populismo es una epidemia arcaica. En cambio, la democracia como convicción central acompañada de un Estado rector es un esquema básico para asegurar la longevidad de una izquierda útil para el país, y con elementos suficientes para poder gobernarlo con éxito. Ante el nacionalismo, la democracia, y ante el populismo, el Estado rector.
ricardopascoe@hotmail.com
Analista político

1 comentario:

Miguel González Madrid dijo...

Debemos preguntarnos si acaso los dirigentes del huelguismo no estarán pensando en ir más allá de marzo. Si así fuera, sin duda que la situación podría desencadenar en otro tipo de actitudes. Conociendo trayectorias de dirigentes, su forma de pensar y los grupos con los cuales han mantenido contacto (ideológico, político y financiero), me parece que no habría que descartar su intención de quebrar a la UAM como primer acto de otros tantos. No hay que olvidar las tácticas del narcotráfico y la guerrilla. La estrategia Escobar ha sido trasplantada en varios lugares de América Latina. Algunos lo ignoran. Quienes lo desmienten son ingenuos; si algunos de ellos creen que promueven un cambio social conforme a una bella utopía marxista, siguiendo en realidad ese tipo de tácticas y estrategias, caen en el autoengaño, son esclavos de personas a las que nunca verán el rostro. Sin duda, comenzar por la UAM (pero igual hubiera sido otra Universidad) es lo más fácil, pero lo más absurdo en sus resultados y consecuencias. Esperemos que la violencia contra los que no comulgan con la ideología situamita nunca se manifieste, porque esa es otra de las características de la herencia Escobar.

Saludos.