Brillantes opiniones la de Carlos Elizondo y, antes, de Gilberto Rincón Gallardo. Agregan nuevos elementos de reflexión sobre el conflicto laboral en la UAM y su contexto.
La euforia que sienten algunos en un ambiente de huelga y en movilizaciones por las calles para buscar solidaridad, aunque los objetivos tengan una naturaleza eminentemente económica y no impacten realmente la lógica del sistema, es un estado mental que muchos hemos vivido con experiencias similares.
El autoengaño, en esos estados, nos hace creer que podremos ganar la guerra contra el sistema, incluso sólo desde el bastión que nos corresponde. Lo lamentable es que tal ilusión nos hace perder de vista alternativas diversas de cambio social. No es que tengamos que aceptar la ideología del "fin de la historia" o que nos resignemos a vivir con el sistema capitalista oprimiendo nuestras vidas. Para cambiar el sistema y todas sus formas de dominación y operación, como la neoliberal, no hay una vía, sino varias. No existe ya un centro de dirección del cambio, sino muchos. John Holloway lo ha señalado muy bien en su libro CAMBIAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER, aunque se le ha criticado por cierta concesión al anarquismo.
Las luchas sindicales son sólo una parte del engranaje de las luchas sociales. Por la vía reduccionista de la redistribución del ingreso no llegaremos lejos, además de que, como bien señala Carlos Elizondo, en todo caso lo que se puede ganar en un sector de trabajadores (si así fuera) lo perderían otros. En esa dirección estaríamos admitiendo una redistribución de migajas. Pero de lo que se trata es de cambiar las relaciones de poder en la producción del pastel y en el reparto de la riqueza desde su origen. No estaría mal que los trabajadores de la UAM o los de todas las universidades públicas obtuvieran mejores ingresos salariales. Pero, además de que eso no se puede lograr en el contexto de una huelga aislada, implicaría sacrificar otras necesidades sociales.
Tomar como pretexto que se iría progresivamente a un objetivo de mayor alcance desde una huelga, es ignorar una serie de consecuencias en una Universidad que, por su naturaleza, es plural y diversa. Creer que desde la UAM se puede hacer la revolución si se atizan otros movimientos sociales, crece la solidaridad, etc., es mantener aspiraciones legítimas de cambio social bajo el efecto de una euforia desmedida en un momento equivocado. Una cosa sí han logrado algunos dirigentes del SITUAM: unificar a la comunidad universitaria,... pero en su contra.
Ahora, para evitar mirar los errores propios, el puñado de dirigentes ultraizquierdistas y maximalistas quieren refugiarse en la búsqueda de solidaridad coyuntural y, fundamentalmente, en una petición que dignificaría acciones perdidas, pero que es absurda en las circunstancias actuales: un elevado incremento salarial a toda costa. El "todo o nada" no sirve como estrategia en un entramado de intereses en el que cada cual también se defiende en una lógica de negociación. Si se adopta la estrategia de negociación no hay lugar, entonces, para mantener una actitud necia, irracional e irresponsable.
¿Quedará la pérdida de un trimestre lectivo, en última instancia, como tablita de salvación de los errores sindicales, y se buscará adjudicarlo como una consecuencia de la oferta limitada de las autoridades de la UAM? Al contrario. La pérdida de un trimestre podría ser adjudicada al SITUAM, aun cuando éste quiera lavarse las manos desde ahora. Un modelo de sindicato está a punto de ser finiquitado. A veces, buscar una nueva etapa de vida se convierte en la muerte, cuando se hace a costa de los demás, de los propios aliados.
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Brillantes opiniones la de Carlos Elizondo y, antes, de Gilberto Rincón Gallardo. Agregan nuevos elementos de reflexión sobre el conflicto laboral en la UAM y su contexto.
La euforia que sienten algunos en un ambiente de huelga y en movilizaciones por las calles para buscar solidaridad, aunque los objetivos tengan una naturaleza eminentemente económica y no impacten realmente la lógica del sistema, es un estado mental que muchos hemos vivido con experiencias similares.
El autoengaño, en esos estados, nos hace creer que podremos ganar la guerra contra el sistema, incluso sólo desde el bastión que nos corresponde. Lo lamentable es que tal ilusión nos hace perder de vista alternativas diversas de cambio social. No es que tengamos que aceptar la ideología del "fin de la historia" o que nos resignemos a vivir con el sistema capitalista oprimiendo nuestras vidas. Para cambiar el sistema y todas sus formas de dominación y operación, como la neoliberal, no hay una vía, sino varias. No existe ya un centro de dirección del cambio, sino muchos. John Holloway lo ha señalado muy bien en su libro CAMBIAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER, aunque se le ha criticado por cierta concesión al anarquismo.
Las luchas sindicales son sólo una parte del engranaje de las luchas sociales. Por la vía reduccionista de la redistribución del ingreso no llegaremos lejos, además de que, como bien señala Carlos Elizondo, en todo caso lo que se puede ganar en un sector de trabajadores (si así fuera) lo perderían otros. En esa dirección estaríamos admitiendo una redistribución de migajas. Pero de lo que se trata es de cambiar las relaciones de poder en la producción del pastel y en el reparto de la riqueza desde su origen. No estaría mal que los trabajadores de la UAM o los de todas las universidades públicas obtuvieran mejores ingresos salariales. Pero, además de que eso no se puede lograr en el contexto de una huelga aislada, implicaría sacrificar otras necesidades sociales.
Tomar como pretexto que se iría progresivamente a un objetivo de mayor alcance desde una huelga, es ignorar una serie de consecuencias en una Universidad que, por su naturaleza, es plural y diversa. Creer que desde la UAM se puede hacer la revolución si se atizan otros movimientos sociales, crece la solidaridad, etc., es mantener aspiraciones legítimas de cambio social bajo el efecto de una euforia desmedida en un momento equivocado. Una cosa sí han logrado algunos dirigentes del SITUAM: unificar a la comunidad universitaria,... pero en su contra.
Ahora, para evitar mirar los errores propios, el puñado de dirigentes ultraizquierdistas y maximalistas quieren refugiarse en la búsqueda de solidaridad coyuntural y, fundamentalmente, en una petición que dignificaría acciones perdidas, pero que es absurda en las circunstancias actuales: un elevado incremento salarial a toda costa. El "todo o nada" no sirve como estrategia en un entramado de intereses en el que cada cual también se defiende en una lógica de negociación. Si se adopta la estrategia de negociación no hay lugar, entonces, para mantener una actitud necia, irracional e irresponsable.
¿Quedará la pérdida de un trimestre lectivo, en última instancia, como tablita de salvación de los errores sindicales, y se buscará adjudicarlo como una consecuencia de la oferta limitada de las autoridades de la UAM? Al contrario. La pérdida de un trimestre podría ser adjudicada al SITUAM, aun cuando éste quiera lavarse las manos desde ahora. Un modelo de sindicato está a punto de ser finiquitado. A veces, buscar una nueva etapa de vida se convierte en la muerte, cuando se hace a costa de los demás, de los propios aliados.
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